Jardín Japonés: Cómo hacer un Jardín Japonés

Si hay una imagen típica de naturaleza del Japón es la de un jardín con muchos cerezos llenos de flores blancas, en los que nunca falta un puente de madera pequeño, en forma de arco. En esas postales a veces aparece el monte Fujiyama, pero prevalece la fotografía de un jardín japonés con su puente rojo y una geisha con sombrilla.

Los jardines japoneses se construyen con la idea de ser lugares de tranquilidad y relajación, incluso de meditación, lo que les hace muy atractivos para las personas de muchos países, algunos de los cuales incluso han llegado a tener una gran tradición en albergar jardines japoneses en sus ciudades, como pasa en Estados Unidos y Argentina. En España hay un estupendo jardín japonés en Pamplona.

De este último país es famoso un tango de Carlos Gardel, “Garufa”, en el que se cita el Parque Japonés de Buenos Aires, inaugurado en 1911 y que incluía varias casas y edificios típicamente japoneses, y también paisajes como el monte Fuji. Era un parque de diversiones que supuso una de las mayores inversiones en obra pública de aquellos años.

El jardín japonés se caracteriza por pertenecer a una cultura completamente distinta de la europea o americana, y tal como tantas cosas en Japón, tiene muchos elementos o estructuras que están cargados de simbolismo. A veces se puede ver un muro, una fuente o un árbol que no sólo decoran, sino que tienen un significado particular que va mucho más allá de buscar una belleza simétrica o concordante, como sería en los jardines occidentales.

Al revés, en el jardín japonés se busca la asimetría, pero también la armonía, pero de otra manera. Tal vez el simbolismo extremo lo represente el jardín japonés zen, sin agua, donde esta es simbolizada por la arena, con piedras que dicen unas cosas u otras según su localización.

Y es que las piedras y rocas son tan importantes como las plantas y el agua en los jardines japoneses. Esto tiene relación con que Japón es un archipiélago de islas montañosas y rocosas con varios mares que han influido profundamente en su historia y cultura.

Además, no hay un jardín japonés, sino cuatro, aunque todos se caracterizan por ser lugares donde apartarse del ajetreo de la vida cotidiana. También hay que señalar que los jardines japoneses son lugares cerrados, y como tal se conceptúan a la hora de crearlos, no son parques.

Además de la variedad y los fines con los que fueron diseñados, los distintos tipos de jardín, todos muy reconocibles como nipones, nos permitirán ajustar el espacio que queramos destinar para hacer un jardín japonés según nuestras disponibilidades, incluso se puede hacer uno para tener en un rincón del interior de la casa. Te indicamos varias pautas para que sepas cómo hacer un jardín japonés.

Los cuatro jardines japoneses

Hay cuatro tipos distintos de jardín japonés: el jardín zen, el jardín de té, el jardín de paseo y el jardín de paisaje prestado.

El jardín zen, “karesansui”, puede tener muchos tamaños y está pensado para meditar en él, o si es muy pequeño, por ejemplo del tamaño de un metro cuadrado, servirá para la reflexión por su simbolismo, pues en realidad está pensado más para ser admirado, como una pintura, que para estar en él.. No necesita vegetación, aunque la puede llevar mínimamente.

El jardín de té, “chaniwa”, está diseñado para celebrar en él la ceremonia del té, una actividad muy importante en la tradición japonesa. Se puede construir en espacios grandes o pequeños. En él es habitual que haya un camino, un tsukubai o pequeña fuente con su caño de bambú, una linterna o farol de piedra y vegetación.

El jardín de paseo, o “kaiyushiki”, es ya un jardín o parque de gran tamaño, porque en él se encuentran árboles, arbustos y vegetación junto con estanques y arroyos con sus respectivos puentes, el cual se debe contemplar en todo su conjunto desde la entrada al jardín.

El shakkei-zukuri es el jardín de paisaje prestado, un concepto que significa fundir el propio jardín con el paisaje de fondo. Evidentemente, esto sólo es posible cuando existe ese entorno natural, como puede ser en un pueblo, donde el campo, la vegetación y los montes se encuentran a pocos centenares de metros, o en una casa aislada o algo semejante. Aunque también se puede realizar si se tiene la suerte de vivir en una casa al lado de un parque urbano.

Se trata de que el jardín propio se vea como una primera línea del paisaje de fondo, de manera que no se vean cercas o muros, o estén bien camuflados, pareciendo que estamos rodeados por la naturaleza en un amplio territorio alrededor nuestro. En el jardín de paisaje prestado el tamaño de nuestro jardín tiene poca importancia, ya sea muy pequeño o muy grande.

Indicaciones generales

Como cuestiones de planteamiento general a la hora de construir un jardín japonés, cualquiera que sea su tipo o fin, hay que tener en cuenta varias cosas: en un jardín japonés no hay hierba, sino musgo, lo que implica que tiene que haber rincones oscuros y con bastante humedad para que pueda crecer. Si es difícil que arraigue debido a la escasez de humedad o exceso de luz solar, se pueden usar otras plantas que darán un aspecto parecido, como puede ser la alfombra japonesa o helxine. Otras plantas básicas son el bambú y los helechos.

Otro planteamiento básico es que en un jardín japonés se juega mucho con las perspectivas, de manera que se puede dar una impresión de majestuosidad o de gran profundidad aunque el espacio ocupado no sea muy amplio. Para ello se maneja la ubicación y tamaño de los árboles y plantas utilizados, al igual que con las piedras que marcan diversos hitos dentro del jardín; se puede usar la técnica del bonsái, miniaturizando árboles que una vez plantados, en contraste con otras vegetación, potenciarán la sensación de profundidad y de amplitud, así como de variedad vegetal. Otro método es que las plantas y elementos sean más oscuros o más claro en su colorido y tonalidad, así como la densidad de arbustos, plantas y flores, siendo menor en los planos más cercanos y mayor cuanto más se aleja la vista.

El sabi

El jardín japonés, en todas sus vertientes, busca ser un paisaje y para ello todo en él es de materiales naturales, y por eso, en los detalles destinados al uso humano, usa también elementos de construcción naturales, como la madera para los pabellones o casas de té, las empalizadas o para los puentes que crucen los arroyos, o la piedra para las linternas o faroles, para los caminos, el hierro o el cobre para las partes decorativas o estructurales.

Y además, todo tiene que tener una pátina de viejo o usado, de haber sufrido el paso del tiempo. Es lo que se llama sabi. Por eso, los árboles y troncos cortados, o las piedras estarán cubiertos de musgo, o pueden estar carcomidos, los objetos de metal expuestos al agua y la intemperie están teñidos de verde o se ven herrumbrosos, y nada se ve nuevo, sino bajo el impacto de la meteorología a lo largo de los años.

La finalidad del jardín

Una cuestión sobre el uso y destino de un jardín japonés es que en él la belleza está en la falta de simetría o de perfección que, sin embargo, produce sensaciones de armonía. Por eso, huye de tener un aspecto terminado o que muestre caprichos de la mente humana, sino que busca el acercamiento a la naturaleza, planteando que esta es bella de por sí, a la vez que propone una mirada muy poética y simbólica. En cada parte del jardín japonés hay un lugar para la contemplación de la hermosura de su diseño, pero también para la meditación.

La preparación de un jardín japonés también está pensada para que sea una experiencia de todos los sentidos y un toque profundo a la sensibilidad personal de cada uno por medio de dos conceptos que se desarrollaron hace más de mil años cuando los emperadores y la nobleza japonesas comenzaron a crear y practicar el arte de la jardinería, con su propia impronta a partir de las ideas que habían llegado de China.

Esa experiencia completa se basa en dos ideas o técnicas más filosóficas y espirituales que prácticas: el miegakure y el shakkei. La primera hace referencia a imaginar y encontrar, es decir, donde hay una planta o un camino, también hay un símbolo que en principio no se ve, pero que podemos imaginar que está ahí. Obliga al espectador a esforzarse y mirar más allá de lo puramente físico. No sólo es ver un pino negro o un puente rojo, sino pensar en cómo armoniza todo el conjunto, los detalles de cada objeto, la belleza y la armonía no sólo de lo general sino también de cada mínimo aspecto de lo que vemos.

Por su parte, el shakkei, que algunos traducen como “enmarcar y sugerir”, es un concepto oriental no muy entendible para los occidentales porque se plantea como una orientación en el recorrido que hagamos por el jardín. Un ejemplo sería que podemos pasear dando pasos normales, y el shakkei nos propondrá saborear la sensación de cambiar y dar zancadas grandes o pasos cortos, fijándonos en el cambio de ritmo y cómo esto nos hacer ver el entorno del jardín de otra manera. Significa que tenemos que concentrarnos en el paseo o recorrido que estamos haciendo por el jardín, de modo que nuestra experiencia sea algo completo y total, no sólo de admiración distraída por el entorno.

Una planta para cada rincón.

Cada lugar o rincón del jardín, cada plano, tiene una vegetación específica que es la que se usa comúnmente para rellenar y tapizar esa parte concreta del jardín, en lo que es una ordenación típica de su estructura.

El fondo, que será una pared o muro de mayor o menor altitud y cierra el jardín, se puede cubrir con las siguiente plantas: bambú medio, el pino abeto, el sauce, el ginkgo o el manzano y el pino negro japonés, el cerezo de flor japonés, el ciruelo, el laurel cerezo.

En un segundo plano, delante de los árboles y plantas del fondo, y también en el entorno de los estanques o fuentes que pueda haber, se colocarán especies como el arce palmado, la glicina, tejos, pinos, laureles, mahonia.

Para los bordes o límites a un lado y a otro y ribetes se pueden usar el bambú enano y otros, los helechos, peonía arborescente y otras. Y en la vegetación de primer plano o más cercana a la entrada, así como para el suelo, bambúes enanos, la hosta, la nandina, el musgo o la helxina, la sagina…

Igualmente, hay muchas flores con que rellenar diversos espacios en el jardín japonés, como son la azalea, el crisantemo -la flor nacional de Japón-, el membrillo japonés, la magnolia, la flor de albaricoque, el kiku, la sakura…, con las que se aumentarán las tonalidades de color que ofrecerá el jardín.

Diseñando el jardín japonés

Como ya se ha dicho, son cuatro los principales tipos de jardín japonés. En el caso de hacer un jardín japonés zen, el cual también se puede instalar en un patio interior, su diseño es sencillo y de escasos elementos: Piedras de distinto tamaño, arena blanca y gravilla. Hay que construir un cuadrado, delimitado por guijarros no muy grandes, rellenar lo con arena blanca y gravilla, y colocar rocas grandes y sobre ellas otras más pequeñas, incluidas alguna que estará en pie. Dado que la arena representa el agua que rodea las piedras, que son islas, hay que rastrillar la arena formando olas u ondulaciones, también líneas rectas, una actividad que nos procurará una meditación que debería ser semanal. Se puede añadir algún arbusto o planta pequeña en maceta o sobre las rocas, o en su lugar,así como algún bambú, aunque sin recargar o incluso sin planta alguna-

El jardín de té se caracteriza por tener dos zonas separadas por un muro de piedras o una barrera vegetal con una puerta que las une. Lo que sería el jardín exterior tiene un camino de losas o maderas que seguirá en el interior, que puede ser recto o sinuoso. Deberá tener arbustos y árboles como los que se encuentran en el bosque de forma silvestre. Al lado de la puerta, habrá un tsukubai o cuenco de piedra y agua para lavarse las manos y la boca, y debe estar en un lugar bajo, de forma que los visitantes tengan que agacharse en gesto de humildad. En el jardín interior, donde puede haber musgo y helechos, el camino llevará a una cabaña de madera donde se celebra la ceremonia del té.

El jardín de paseo se caracteriza por ser grande y tener al menos un camino más o menos circular interno alrededor de un estanque o cruzando en varias ocasiones un río o un arroyo por sus correspondientes puentes de madera. Contiene muchos elementos vegetales, tanto de árboles como arbustos y flores. También es habitual que haya alguna o varias colinas suaves con sus caminos para pasear. En este tipo de jardín se pueden colocar fuentes, esculturas y linternas o faroles de piedra. Dado que su tamaño generalmente es grande, es habitual tener que consultar con expertos y profesionales para construirlo.

También está muy indicada la consulta con un profesiona para construir un jardín japonés de paisaje prestado, porque necesita también la colocación de los árboles, arbustos, flores y tapizantes en distintos planos de mayor a menor, a su vez hay que conocer el entorno botánico para que el jardín se vea como una continuación del paisaje natural de fondo y se confunda con él. También, como el jardín de paseo, necesita una mayor inversión económica, por lo que lo recomendable es planificarlo con antelación con detalle y detenimiento.

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